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Undress

Por: Nahomi Díaz

 

Desde los ensayos, una de mis partes favoritas es la elección y la prueba del vestuario. El leotardo que encaja perfecto con mi torso por un momento me pone insegura, pero cuando pasa ese sentimiento puedo imaginarme en la presentación usándolo. El traje completo es un deleite, cubre todas aquellas señales de trabajo duro que deja practicar tanto.Los zapatos que van perfecto con las medias crean una linea que hace que los ojos la sigan y noten cada movimiento y la elocuencia con la que los pasos son realizados.


El sonido de la seda rozando con el tul y el de la suela de las zapatillas chocando levemente con la madera, es como si escucharas la versión acapella de los actos, pero todo unificado hace que te des cuenta que cada parte se acomoda y encaja perfecto.


El papel que interpreto en este bello arte viene acompañado de otros artes; la música que me cobija, que me viste con tonos que contrastan y al mismo modo se complementan y el vestuario melódico y armónico que locuaz suena por todo el lugar.

He aprendido a fluir con la música, la espalda completamente erguida y la mirada fija no son más limitantes. Siento que la corriente crea estos tonos que me arrastran hacia sueños hermosos fue hecha pensada para que yo los imite con mi cuerpo.


En la periferia veo mis manos, la punta de mis dedos se convierte en notas musicales y mis brazos son el pentagrama, cuando salto el tiempo se congela por unos segundos y siento mi corazón ser el bombo de la canción, veo la luz que ilumina el escenario reflejar las sombras en el fondo como si fueran lo silencios de la melodía.


Con mi cuerpo que se ha transformado en un violín y mis compañeros a mi lado, creamos una armonía perfecta a cuatro cuerdas.


Siento que controlo el viento y hago que mi peinado se quede estático mientras doy vuelta entretanto con ese mismo poder que ha despertado dentro, mi falda se mueve a un tiempo conmigo, con gracia y con el anhelo de verse tan hermosa como las alas de una mariposa que acaba de despertar y salir de su crisálida. Desde un vestido blanco combinado con zapatillas carmesí, un tutú y una corona hechas completamente de plumas, zapatos negros de tacón a juego con vestido de vuelos rojos, chalecos amplios con pantalones ajustados, hasta medias que abrazan los músculos y camisas de príncipes antiguos. Desde crescendos que retumban en las salas, solos de flautas o de timbales, trompetas que llaman el lado tropical de la gente hasta combinaciones de tres teclas que crean una nota tras otra. Desde el arasbesque, developpé, el brisa hasta elgrand jeté, todo baila, todo suena y todo se viste.

 
 

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